lunes, 6 de septiembre de 2010

nunca es triste la verdad...pero a veces duele

Más de una vez mi mamá me dijo: "a veces nos duele más a nosotros retarlos que a ustedes"... y yo escuchaba sin entender demasiado, mirando solamente mi frustración por no tener aquello, aquel capricho mejor dicho, que me era negado.
La maternidad te enfrenta muchas veces a tus propios límites y quisiera en esas veces que sea otro el que tiene marcar el no.
Hoy mi princesa, la dulce que canta, la que tiene la sonrisa que todo lo ilumina, la que con un abrazo todo lo sana, la que me enseña y me da fuerzas, esa preciosa criatura, tuvo uno de los berrinches mas fuleros que me tocó sobrellevarle. Y ahí estaba yo, practicamente arrastrando a una enana de 2 años que pataleaba para "salirse con la suya" ¿vieron ese típico nene que te cruzàs por la calle y pensás "si yo fuera la madre..."? bueno, una escena así, y la madre era yo.
¡cómo me hubiera gustado alzarla darle un beso y decirle "no pasa nada mi vida, no llores más" pero con todo el dolor del alma tenìa que mantenerme firme y mostrarle que los límites los ponemos los grandes, que no puede hacer simplemente lo que le venga en gana. El ùnico aliento que me daba a mi misma era saber que su habitual serenidad viene a que sabe que el mundo está ordenado, que no recae sobre ella la responsabilidad de su crianza y que hay una mamá (y un papá) que la sostienen.
Pasó la "batalla", durmiò su siesta como un ángel y al despertar era la misma de simpre. Yo quedé agotada, con màs preguntas que respuestas pero sabiendo que di lo mejor, que a veces ser plataforma para el crecimiento del otro es doloroso y que mamá tenía razòn.

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