miércoles, 5 de junio de 2013

Mi anillo

Siempre me gustó. Secretamente, siempre lo quise.

Mi teoría era que papá se lo había hecho a mamá como anillo de compromiso, pero la realidad a es que lo diseñaron juntos, ya casados y luego él lo confeccionó y se lo regaló.

Bello, hermoso anillo de hierro forjado, forjado por las manos de papá, con una piedra límpida de cristal de roca, engarzada en el centro. Linda brillante, un poco cascada, asimétrica, llena de la desprolijidad de lo artesanal. Lleno de buen gusto,  mi anillo.

 Estuvo siempre con mamá. A mi alcance, sí, pero con mamá, era "su" anillo.

Siempre lo quise, decía, nunca me animé a pedirlo, ella también lo amaba, le daba un lugar especial, lo cuidaba.

Hace algunos años me convocaron para un trabajo, uno que era absolutamente nuevo para mi. Siempre había trabajado como maestra y  tenía entre manos una propuesta para trabajar en una empresa.

Era un salto, un gran salto. Era el desafío de tener que juntar coraje para explorar otro universo. Era, un poco, salir al mundo, al mundo de los grandes, era mostrarme y probarme allí. 

Amiga de los desafíos, abracé la propuesta, me lancé a ella, aposté, dije "¡sí, quiero!" con todas mis fuerzas. Y unos días antes de arrancar mamá me dice: "a ver, probá cómo te queda". Entonces me puse el anillo, y me revestí de su fuerza, sabiendo que ese "a ver" era un "tomá".

-Lo voy a cuidar, ma... Después te lo doy -es que me emocionó mucho. Tanto lo había deseado que temí estar engañándome.

-No, no, ahora es tuyo, tenelo.

Y me lo dio, y con él me dijo sin palabras: "ya sos grande". Me acuerdo mirarme la mano, sentirlo casi mágico.

Mi anillo me recuerda un poco quién soy, de dónde vengo. Me dice, también, qué  quiero y me representa, me identifica.

 Se lo ve fuerte, singular, bello para quien lo sabe mirar. Presente, lleno de amor, nacido del amor, de la entrega, del trabajo común.

 A la vez es frágil y merece cuidados.

 Sin ser armadura fue (y es) protección, y valor, empuje, permiso para ser.

 Es testimonio de mi origen y testaferro de mi futuro, seguridad de mi presente.

 Mi anillo.

(Otra consigna del taller :0))






5 comentarios:

Unknown dijo...

Ah,divina historia.Y muy lindo el anillo.Son,esas cosas pequeñas,que te recuerdan quien eres,de donde vienen,pero que te dan esa energía de quienes nos antecedieron.

Taio dijo...

Tal cual, Ale. Siempre que empiezo algo (o concluyo), siempre que necesito esa energía, me lo pongo.
Un beso

ojo vidrioso dijo...

Cuando uno quiere tanto algo, tiene buenas posibilidades de que el universo se lo conceda.
Una gran ofrenda les dejó tu viejo. Y muy generosa tu vieja al dejártelo. Sabia.

Estuvo bueno que te motivara el desafío, y estuvo muy bueno el apoyo y el legado que recibiste.
Y está bárbaro que lo conserves.

No me gusta el concepto de amuleto. Tu anillo es algo mucho mejor.

Productivo el taller :)


Un beso



PD: estaba escribiendo el comentario, y suena el fono, y era una encuesta grabada. Fuck off!

Taio dijo...

ah no no no nooooo. si me van a interrumpir MÌNIMAMENTE sean humanos ¡no màquinas grabadoras! ;)

Gracias, Ojo,mi papà era un gran artesano y mi vieja re generosa (con 5 crìos sino hubiera sufrido como una Magdalena)

està sacando mucho el taller =) beso

Taio dijo...

Me escribe mamá por mail despues de leer el escrito: "Muy lindo, gracias por tu amor por papá y por mi, hoy lo tengo muy presente. El anillo te queda muy bien, se luce."

:)