lunes, 20 de diciembre de 2010

"shh! no piensen tan fuerte!"

En navidad, cuando éramos chiquitos, papá nos llevaba antes de las 12 a ver las estrellas asegurándonos que el conocía cual era la de Papa Noel y que nos las mostraría. Había una sola condición: había que hacer extremo silencio y prestar atención, si el regalero escuchaba mucho bochinche se iba a asustar. En medio del silencio papá, súper histriónico, decía: "shhhh! no piensen tan fuerte que se va asustar papanuel!" y nos reíamos (yo caìa siempre tarde en el chiste y quedaba confundida un rato je)
¡Cómo me gusta recordar esa ceremonia! pensaba estos días en lo importante que eran esas noches, que gran enseñanza nos dejaba el viejo jugando a ser chico un rato, poniéndole fantasía, haciéndonos soñar... a veces el arbolito estaba lleno y otras no tanto. Pero la verdad es que no recuerdo tanto los regalos sino la sorpresa, el juego, la fiesta.
La navidad es la locura de amor más grande, es Dios haciéndose niño, frágil y con frío... mientras escribía pensaba ¿no es una invitación para ser chicos un rato? Les digo la verdad, a veces me cuesta esto de las fiestas, pero se me ocurrió esta idea: este 24 voy a creer en papanuel, voy a olvidarme que somos grandes y estamos cansados y voy a repartir besos y abrazos por ahí; me voy a llenar la boca de garrapiñada; voy a jugar con Cata y con cuanto sobrino quiera al lado del arbolito, voy a "ayudar en la mesa" como me pedía mamá cuando era chiquita. Y haciéndole un guiño al cielo le voy a decir a algún pequeño: "no piensen tan fuerte que se va a asustar papanuel!"

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