martes, 9 de agosto de 2011

3 años

Me pasa desde que nació Cata que sus cumpleaños me marcan más el paso de los años que los míos. Me niego a ser de esas madres que viven la vida sólo a través de sus hijos, por eso me planteo ¿por qué de repente es más movilizante el natalicio de la niña que el mío? me releo y me doy cuenta de que el nacimiento de un hijo es un poco el propio, porque es un parirse*. Eso por un lado, por el otro, en ellos, en los chicos, el paso del tiempo se ve todos los días de una manera gozosa, de avance, de "animarse a más".  Nada de arrugas, nada de dolores de cintura, todo es una aventura para descubrir, todo merece un "uuuuaaaauuuuu! mirá mamá!!!"
Los tres años de Cata llegaron con independencia para las 2 (ya lo se... no cantemos victoria je). Me da la oportunidad de disfrutarla a ella, de disfrutar yo y de darme cuenta de que con todos los altibajos posibles soy una mujer de 33 años (casi) que puede disfrutar, también por mi misma, del paso del tiempo.
Sus descubrimientos, su disfrute de todo, su desfachatez, me ayuda a aflojarme un poco, a poder mirar por sus ojos nuevos la vida. Celebrar cada cosa, decir gracias a cada rato, aunque sea repetitivo, aprovechar los mimos de los grandes y otra vez agradecer.
Y aprendo que el cariño que se le da a un hijo uno lo siente y lo agradece el triple, que quieran a un hijo tuyo es una caricia que triplica que te quieran a vos.
Mi vieja me decía en un poema (parece que esto de escribir me viene de familia) "tiene mirada de quince y sonrisa de tres", lo recuerdo y me digo, ojalá que nunca pierda la sonrisa de tres. Gracias Cata por recordarme esa sonrisa a cada rato :D
* http://bitacle.blogspot.com/2010/08/nacer-dos-veces.html

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