lunes, 14 de febrero de 2011

Un día como hoy pero hace 11 años...

¿11 años? no lo puedo creer, cómo pasa el tiempo. Nosotros pasamos por el tal vez, no se, la cosa es que un día escribís la fecha y te das cuenta de que va pasando...
Les contaba, un 14 de febrero, pero del 2000 salía del convento, (si señores con-ven-to, con monjas y todo) había entrado tres años antes, con muchas ganas y sabiendo nada de la vida consagrada. Nada de nada... bah, algo sí sabía. Sabía que quería amar, sabía que quería dar un paso que me acerque a los que más lo necesitaran, sabía que quería plenitud y en mis tiernos 18 añitos entendía que plenitud era Dios... y claro que Dios andaba en todos lados pero yo (casi igual que ahora) era bastante "zarpada" y si quería algo, lo quería hasta las últimas consecuencias.
Y allá fui, dejando asombrados a algunos, nadie sabe bien como se supone que debiera ser una monja pero había algo seguro, yo no daba en ese perfil. Otros, en cambio, arriesgaron un "yo me lo venía venir"...
La cosa es que allá fui, y viví con las queridas hermanas años que me marcaron a fuego, todavía repaso mentalmente situaciones, aprendizajes, momentos... y lo único que me sale decir es GRACIAS. Tuve el enorme regalo de ser recibida por una comunidad de mujeres enteras, que rompían con mil paradigmas porque eran simplemente ellas mismas. Autenticas.
Aprendí que hay mil maneras de vivir, mil maneras de plenitud, tantas como personas. Aprendí a escuchar a Dios en las cosas de todos los días y en el silencio. Aprendí a escuchar al otro y a escucharme a mi.
Aprendí que los pasos más amorosos, los más acertados, no son simplemente los que mas te cuestan, sino que los que te salen naturalmente, los que se parecen a vos mismo. Para armarlo en una frase digamos que aprendí a ser yo misma (y otra vez la frase hecha... pero rumienla de veras y van a ver que profunda y real que es).
Con dolor supe de otras historias, en otras congregaciones, no tan felices como la mía, supe de quienes buscando a Dios encontraron rigores, no fue mi caso. Tal vez por eso me duele tanto escuchar a aquellos que fueron lastimados en nombre de la religión.
No quiero decir que no haya habido lágrimas, en todo encontrás lágrimas, como me dijo la Abuela Lina "en todo hay luchas", pero habiendo libertad y amor esas lágrimas te ayudan a crecer.
Hoy pasó tanto tiempo, y todavía me veo en esa chica de 18 años que quería jugarse entera, todavía me acuerdo de mis hermanas del alma, de mi querida Sandra, de todas las hermanas que, algunas sin saberlo, me servian de maestras. Y como les dije, solo me sale una palabra: GRACIAS

2 comentarios:

ojo vidrioso dijo...

¡Vaya experiencia!

Todo lo que esté guiado por amor sincero tiene algo bueno para aportar.
Muy admirable tu decisión.
¡Te felicito!

Yo fui a un colegio marista (algo mucho más light) y la verdad es que tampoco vi nada de las cosas que después me transmitieron sobre centros religiosos.
Lo que se percibía era como mínimo solidaridad y ganas de enseñar.

Pero bueno, cada cual con su expriencia.

Saludos

Taio dijo...

Gracias Ojo!
como dice la frase "cada uno cuenta el baile según con quien le tocó bailar"
Un beso